Por la senda de polvo y canto,
camina el alma con cruz de hierro,
los olivos murmuran secretos
bajo un cielo de cobre y silencio.
El pueblo duerme en casas de cal,
con puertas viejas que lloran madera,
y en las esquinas, sombras de luna
bailan con grillos sobre la piedra.
¡Ay, campanas que suenan despacio!
¡Ay, cipreses que guardan la pena!
En cada paso, la tierra suspira,
como si el tiempo tuviera cadenas.
Camino largo, camino oscuro,
donde la fe se mezcla con viento,
y el peregrino, sombra y suspiro,
lleva en los ojos la luz del misterio.
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